martes, 14 de abril de 2009

Buses Aire y Software

Escribo desde mi oficina, la esquina más contaminada de todo Medellín. Y aunque mi herencia paisa pueda hacerlos creer que estoy exagerando, no lo hago. De hecho me baso en mediciones de una estación que está en el edificio de enfrente. La esquina de la carrea 80 con la calle 65 es un infierno de ruido, buses, tráfico, polvo, calor y contaminación.

Claro que las cosas han mejorado, hace un par de años era un sitio imposible, no sólo por el caos vehicular sino también por la inseguridad de la zona. Una modificación al sentido de las vías, y la construcción de un almacén de cadena ayudaron a mejorarla. Pero sigue estando lejos de ser un sitio idóneo para trabajar, estudiar, o simplemente pasar.

Si hay un lugar para representar el problema del tráfico y la contaminación cortesía del parque automotor, es este. El problema de movilidad y contaminación ha sido común en Medellín hace algún tiempo. El municipio ha tomado medidas para solucionar este problema, que van desde la chatarrización de buses hasta el cuestionado Pico y Placa. El año pasado, se implementó el Pico Y Placa con la esperanza de solucionar problemas de movilidad en la ciudad, y este año, ante su falta de eficacia, se propuso que la medida fuera de un día entero. Sin embargo, esta decisión fue muy impopular, y la alcaldía tuvo que cambiar el Pico y Placa de día entero por el de dos veces a la semana en hora pico. La excusa para cambiar la medida sonó algo floja.

A mi parecer, el Pico y Placa como está en este momento es un despropósito. La medida de todo el día tenía sentido por el simple hecho de que desestimula el uso del carro, y la gente se ve forzada a movilizarse en otros medios. Pero un Pico y Placa dos veces por semana, sólo en horas pico, puede llegar a ser una solución de movilidad, pero nunca una solución ambiental. Personalmente, no la considero una solución de movilidad. La única diferencia es que la hora pico empieza 1 hora antes cortesía de toda la gente que sale corriendo para que no los vayan a partir. Se corre el taco, pero el taco es el mismo. Y la gente sigue sacando su carro… todos los días. Nada cambia, y mientras tanto, Medellín se ahoga en más vehículos que la gente compra con un número distinto para poder salir en carro diario. Y no hay vías ni espacio para hacerlas, parece un punto muerto.


Jorge Salazar, un arquitecto que fuera mi profesor en una clase que exploraba las relaciones entre la sociedad y el uso de la energía, decía que había varios enfoques para solucionar los problemas de abastecimiento de recursos de una determinada sociedad. Si una sociedad puede considerarse un sistema dinámico de entradas y salidas, en una forma muy simple él hablaba de hardware y software social. En una ciudad, por ejemplo, hardware son obras públicas y software son políticas municipales. Hardware es cambiar el paisaje, software educar a la sociedad. Un problema se puede solucionar con una de estas cosas, o con ambas.

El caso con la movilidad de Medellín es que ya no hay casi espacio para más hardware, y tiene una seria deficiencia de software. En los días de la discusión del Pico y Placa de todo un día, tuve varias conversaciones con mi hermano. Y aunque él tiene una visión de ciudad similar a la mía, estaba totalmente en contra del pico y placa todo el día.

Ni mierda, primero que pongan un transporte público decente

Tiene razón. Medellín, aunque cada día se perfila más como una metrópolis, sigue siendo un pueblo grande en muchos aspectos, incluyendo el transporte público. Aunque el metrocable es una maravilla, el metro y sus rutas integradas funcionan bien, y el metroplus promete mucho, lo más importante en la movilidad de una ciudad colombiana son y seguirán siendo los buses.

Medellín tiene un problema gigante de software en este sentido. Aunque hay una gran cantidad de rutas de buses, y el parque automotor no es tan viejo, su planteamiento de las rutas daña la movilidad de entrada. No se necesita ser un experto en ingeniería de tránsito para notarlo, ni un genio para proponer una solución mejor.

En términos prácticos, para llegar a cualquier parte en Medellín uno tiene que coger 2 buses. Hay más de 150 rutas, pero no conozco más de 5 que atraviesen la ciudad. En Medellín está la concepción de “del barrio al centro, y del centro al barrio”. Y además usan rutas similares, por las mismas calles principales. Al principio que hablaba de mi oficina, casi todos los buses que pasan van al centro, y creo que más del 70% usan la misma ruta. Como pueden imaginar, esto hace que el centro sea intransitable por la cantidad de buses, y entonces andar en bus hace que el viaje se demore más, y que la gente le coja pereza, y que locha pagar 2 buses, más bien me voy en carro, y entonces crece el taco, y la gente compra más carros y usa menos el bus. Y menos transporte masivo, menos movilidad y más contaminación. Y así ad infernum.

Mientras, la gente protesta porque hay restricciones de pasajeros de pie en una de las pequeñas rutas que atraviesa la ciudad. La Ruta Hotelera es un paseo de olla (en serio uno puede conocer Medellín en una buseta de esas) pero es la mejor alternativa de transporte. Y siempre, siempre está llena. A la hora que sea. Y mientras, muchos de los buses al centro, van casi vacíos.

Un cambio de software no es complicado, y la secretaría de tránsito tiene pensado un cambio de rutas desde la administración pasada, pero este no se ha hecho. Hay que contar con que el gremio de los transportadores de buses no es nada fácil, y un paro de ellos es un paro de Medellín completo. Pero el software es mejor para todos, y mucho más para ellos en el largo plazo. Pero se necesita tomar una decisión fuerte por la alcaldía, y ser capaces de mantener el pulso. En Bogotá se pudo, el interés común prima sobre el particular. Así ganamos todos y se evitan cosas tan absurdas y nocivas como los segundos pisos viales, sé que no haya necesidad de tener un Pico y Placa incómodo, nos podemos mover eficientemente por Medellín y tenemos un aire un poco más limpio en este valle tan cerrado. Y Además, nos ahorramos una cantidad gigante de plata para invertir en otras cosas más importantes, pero que vemos como menos urgentes.