jueves, 8 de agosto de 2019

Despues de ganar "El Nobel de las Ciudades" a Medellín le toca probar finura



Este artículo fue publicado originalmente en VICE Colombia

Hay premios de premios. Unos son galardones autoimpuestos, otros son ocurrencias de cuatro gatos en un restaurante, y tampoco faltan los concursos de popularidad con el típico “recuerda que puedes votar una vez por día.” Medellín, la ciudad donde vivo, se ha ganado un montón de vainas de estas.

Cada premio ganado es una excusa para sacar ese trilladísimo orgullo paisa y llenarnos la boca diciendo que estamos en el mejor vividero del mundo, que somos los más innovadores, con las mujeres más bonitas y el mejor clima, y cómo no, que Medellín es mucho mejor que Bogotá. Estos premios terminan siendo una pendejada más para poner en una estantería.


El río y la ciudad en la ladera. Foto: Archdaily.co

Pero también hay premios como el Lee Kuan Yew, que son cosas en serio. Así como sólo los gomosos de las matemáticas saben que es una Medalla Fields, el Lee Kuan Yew es un premio que conocen los expertos en desarrollo urbano, pero que pasa desapercibido para la población. Se entrega después de un proceso largo de nominación y evaluación, donde expertos de primer nivel deciden reconocer un aporte extraordinario en urbanismo de una ciudad. Para tratar de darle la importancia que tiene, los medios le dicen “el nobel de las ciudades,” pero es posible que esto se quede corto.

Este premio se da cada 2 años, y lo empezaron a entregar en 2010. La ciudad china de Suzhou se lo ganó en 2014 porque fue capaz de encontrar un equilibrio entre la conservación de su patrimonio histórico y la necesidad de crecer al ritmo de la economía china. Nueva York, galardonada en 2012, fue premiada por sus proyectos de espacio público y por convertir a una metrópolis tan compleja en un ejemplo de sostenibilidad.

Medellín se ganó esto porque, como ciudad,  nos atrevimos a pensar y hacer proyectos valientes que parecían locuras. El Metrocable puede  ser el ejemplo perfecto: ¿A quien se le hubiera ocurrido que unas góndolas podían funcionar como transporte público? No solamente funcionó con éxito absoluto, sino que cambió el chip urbano de la comuna nororiental.

Este premio no nos da ningún superlativo ni nos hace los mejores en nada. Sin embargo, es algo que va a poner a Medellín como caso de estudio obligado en las facultades de urbanismo alrededor del mundo. Eso sí es un reconocimiento de verdad.

La primera ciudad que ganó el Lee Kuan Yew en 2010 fue Bilbao por la renovación urbana alrededor de su río. Paso de ser una cloaca a convertirse en el corazón de la ciudad, con sede del Guggenheim incluido.

En Medellín, recuperar el río es nuestro proyecto más difícil y más ambicioso. Si hemos hecho innovación urbana con las escaleras eléctricas, el jardín circunvalar y las UVAS, lograrlo con el río es nuestra forma de probar finura. El reto es ser capaces de poner las autopistas bajo tierra para construirles un parque arriba, a modo de central park paisa.

Atacar Parques del Río es muy fácil porque es una obra grande que causa incomodidades de construcción. A los que se mueven en carro los emputa porque va a cobrar un peaje a futuro y a los ambientalistas porque necesariamente se van a tumbar árboles para hacerla. Para indignar a la población general solamente hay que ponerle el adjetivo “faraónico” y darse golpes de pecho mientras se clama que esa plata se invierta en salud y educación. Lo curioso, es que la gente aceptaría que esa plata se gaste en más vías (que benefician a los sectores más pudientes) porque supuestamente tenemos un atraso de 20 años.

Defenderlo, por el contrario, es una cosa jodida. Es difícil explicarle a la gente que el parque no es un parque sino que es una estrategia para que la ciudad crezca hacia adentro. Aparte de los urbanistas, poca gente entiende la importancia de una ciudad compacta.  El discurso de renovación urbana en las orillas del río no resuena, y el público no conecta los puntos entre los beneficios en calidad de vida y salud que vienen con el acceso a espacio público. A pesar que Parques del Río es el centro del proceso de planificación urbana más juicioso de los últimos años, para mucha gente es una improvisación.

Sin embargo, la Alcaldía pasada se la jugó por el río. Arrancó con la primera fase del proyecto y dejó la segunda contratada. También hizo del Río el eje de la ciudad en el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial y, de paso, vinculó a 3 de las empresas más importantes y queridas de Medellín, EPM, ISA y el Metro, para que invirtieran en el megaproyecto. La idea es que estas empresas pusieran plata al principio y luego recibirían retornos a futuro con recursos de peajes, plusvalías y cobros de valorización.

Así, el municipio no tendría que gastarse todos sus recursos en el proyecto, y se contaba con un respaldo técnico de primer nivel. La Sociedad se creó en noviembre de 2015, y todo parecía augurar un futuro con una Medellín centrada en su río.

Pero luego vino el cambio de administración.

Medellín es la ciudad que es porque los gobernantes han sido capaces de darle continuidad a los proyectos de sus enemigos políticos más acérrimos, y la ciudad se ha ido construyendo sobre lo construido. Pero cuando Federico Gutiérrez llegó a la alcaldía, hubo un viraje completo sobre la importancia del río. Parques del Río pasó de ser el articulador de la ciudad a un proyecto bueno, pero que no es prioritario.

Públicamente, el alcalde empezó a criticar al proyecto y la planificación del mismo, creando un ambiente desfavorable de la opinión pública. La segunda fase fue aplazada 6 meses y el cronograma de las obras existentes, que avanzaba de manera vertiginosa, de un momento a otro pareció desacelerarse dramáticamente.

Aunque estas cosas son desafortunadas, lo verdaderamente grave es que la administración no le dará vía libre a las fases futuras del proyecto, que son las que tienen mayor potencial de atraer inversión y renovación urbana. Además, la Alcaldía ha anunciado la intención de  disolver la sociedad Parques del Río, para que EPM no haga parte de ella. Esto sería irse en contravía de la innovación urbana que nos hizo ganar el Lee Kuan Yew.

Hay que entender que el Municipio no está precisamente en épocas de vacas gordas y que la prioridad de esta Alcaldía es el tranvía de la 80. Además, el Alcalde no está de acuerdo con financiar el proyecto con recursos de valorización.

Cobrar valorización es una medida muy poco popular, pero ante una oportunidad de estas vale la pena darse la pela política. En el pasado se ha cobrado valorización para hacer vías, pero sería interesante ver que se cobrara para hacer algo que en realidad aumente el valor el suelo. El 12 de julio la junta directiva de la Sociedad Parques del Río se va a reunir otra vez. Allí se definirá si sigue existiendo y si es posible empezar a pensar en las etapas futuras de una vez, con otras formas de financiación o empezando por otros lados.

Es muy triste caer en el viejo adagio paisa de matar al tigre y asustarse con el cuero, pero nos puede pasar. Hoy tenemos el impulso de innovación urbana, la validación de los expertos mundiales, el apoyo de las empresas serias y un plan completo, con modelos financieros que cierran.

 Sería el colmo que nos diera culillo en este momento.