lunes, 7 de febrero de 2011

Escribir

Marica... es difícil. O por lo menos a mi se me hace así. No se si sea por la falta de rituales al hacerlo, por la quema continua de mis neuronas frente a un computador todo el día que hacen que desee liberarme de esos aparatos, o el hecho de que la inspiración no llega cuando quiero. Hoy es físico cansancio. De hecho las ideas dan vueltas en mi cabeza, y me da miedo  que se vayan si no las escribo. Quiero hablar de mangostas que destruyen locomotoras, y de supersticiones que me gusta mucho seguir, y de las que no tanto. Y podría escribir mucho mucho, pero tengo miedo de empezar y no terminar. Miedo de mi propia autocensura, miedo de no ser tan bueno como quiero serlo. Miedo de sonar cantaletoso, sermonioso, o lo que es peor de todo, pretencioso.

Es muy difícil buscar la autenticidad en la escritura. Y me siento algo ridículo preocupándome por eso con una producción escrita tan escueta como la mía. ¿De dónde saco la chispa que necesito? Parafraseando a Rodrigo D ¿Cómo me calmo yo?

Estos dos últimos post han estado raros, pero me han gustado. Como propósito de año nuevo (como los poco originales y trillados de mi haber como "estar cuajo", y hacer cine) que este año pretendo cumplir además de los habituales que si cumplo (pasear mucho, leer mucho, comer bueno y vivir bueno), está escribir. Pero que esta vez que sea en serio. Hay que quemar el cartucho. Así sea para después de mucho tiempo descubrir que escribir no me satisface, eso también sería una ganancia.

Pero hay mucho ego, mucho existencialismo, muchas dudas guevonas, y por qué no decirlo, mucho miedo, en mi viaje a la escritura. No se que me voy a encontrar, no se como voy a ser, lo pienso como un cambio de realidad, y me asustan mucho los cambios de realidad. Es como el mismo miedo que me da recién llegado a una ciudad nueva, donde el techo de la habitación puede ser muy alto (no se por que me asustan los edificios antiguos con techos muy altos) y no paro de preguntarme qué estoy haciendo en ese lugar, tan lejos de lo que conozco. Pero no me preocupa mucho una vez lo racionalizo porque, como diría mi papá, a los 2 días generalmente hay que sacarme con grúa.

Vamos a ver si esto pelecha. Para que tengan más escritos donde leerme.

martes, 1 de febrero de 2011

Volareeeeee Ooooo

Esto lo escribí hace unos días en un estado mental muy particular y no había tenido tiempo de montarlo. Pero ahí está.

A veces creo que las aerolíneas lo hacen de aposta. Yo no tengo ningún problema con un vuelo corto, pero cuando ya pasa de las 4 horas.... eso se empieza a volver inhumano. A veces me imagino a los ejectivos de las aerólineas. Seguro en las juntas directivas, mientras beben whisky y deciden si poner 3 o 4 más filas de sillas en el avión, miran videos de pobres almas atormentadas buscando una comodidad esquiva. Y rién. Porque seguramente olvidaron hace tiempo la época en que viajaban en "coach".

Siempre que me monto en un avión, me lo pregunto. ¿En realidas esas sillas son la forma más óptima de llevar gente más cómoda? ¿O incluso de llevar MAS gente? Y siempre viene a mi mente una escena El Quinto Elemento. En ese caótico mundo futurista de taxis voladoras y pelirrojas con poquita ropa, había un adelanto tecnológico que mejoraba supremamente la calidad del viaje. (Bueno, en realidad había 2)

Cuando van para el planeta play al concierto de la diva, despues de encontrarse con el negro amariconado (Supergreen!!!), Korben y Leloo Dallas (multipass!!!) se montán en una nave espacial, donde no hay sillas sino una especie de cabinas, donde la gente va acostada, y hay televisores, computadores y toda la función. Será que nadie ha propuesto un sistema parecido? Despues de pasar 7 horas sentado (ni siquiera, a partir de las 4 horas) ya empiezo a pensar en ello. Y odio un poco a los ejecutivos de las aerolíneas. (El segundo invento era un botón que lo dormía a uno todo el viaje, que solle!!)


Los diseños de los aviones de pasajeros no han cambiado desde hace más de 60 años. Es el mismo chorizo de metal con alas. Pero algunos investigadores han propuesto nuevos diseños, más parecido a un ala delta. Este diseño reduce el ruido, el consumo de combustible y las emsiones de CO2. El problema principal, es que en la mitad habría mucho espacio, y dicen que sería muy aburridor para el pasajero. Yo en medio de mis trasnocho y mi jetlag, les grito: CAMAS!!! Cubículos como en el que metieron a Korben Dallas. Y s ihay que hacer una ventana pa que la gente no se aburra, que la hagan en el piso y el techo del avión. Así cuando uno no quiera dormir más en el avión (ayy se imaginan esa delicia) pues sale del cubículo y mira pa abajo en rato. O mesas con parqués. El parqués es perfecto para jugar a nada mientras se espera algo.

Pero todo hay que decirlo, hay algo que se parece a mi utopia. Se llama Bussiness Class, y las sillas se convierten en camas. Eso es el cielo, pero es un cielo muy caro.

Y ya que nos vamos con metáforas teológicas, un vuelo horrible y eterno podría ser una buena opción para un infierno. Imagen volar un trayecto que no termina en un avión ruidoso, en donde no cabes en la silla, con un vecino obeso que ronca, y atrás un bebé llorando. Comiendo las más mas luca de las comidas de avión. Turbulecenia de esas que te despiera cuando por obra y gracia del espíritu santo te estás quedando dormido. Fila de 20 personas para el baño. Y azafatas más malaclases que las que me atendieron hoy.

Me despido desde la sala de espera de un aeropuerto muy bonito al otro lado del charco. Monto mi foto pa que me ponchen. Soy un despojo de ser humano. El vuelo estuvo bien, alcancé a dormir algo. Aunque le faltaba sal a la comida. Pero las azafatas de Iberia sí estaban remalaclases.