domingo, 31 de mayo de 2009

Raft The World!!

Cuando el río va despacio, uno tiene tiempo de recostarse y mirar el paisaje. Y uno se siente como en las caricaturas o las aventuras infantiles que leía de pequeño, donde unos exploradores van en un balsita, relajaos, mirando la selva pasar a sus lados. Suena el río, la selva y alguna conversación desprendida con tus compañeros.
No sos nadie al lado del río, el río te lleva despacio, mostrándote una cara única. Porque puede que hayas visto muchos ríos en la vida y te hayas bañado en unos cuantos, pero sentirte que sos parte del río y de un planeta mismo cuando flotas aguas abajo... es una sensación única, es una chimba.
Pero rápidamente la calma se termina. Empieza como un murmullo lejano, lejanísimo, la alarma para prepararse y ganarse (otra vez) el derecho a estar el río. Y casi repentinamente la balsa adquiere una velocidad que no te permite pensar, no te permite apreciar. Esa velocidad te quita los derechos y te pone una única obligación: Remar. Remar Fuerte.Es aquí, cuando el rafting te hace sentir vivo. Y saca lo más humano en vos, volvés a tus orígenes luchando con una naturaleza inclemente, que con elegancia pretende acabarte con el mismo elemento que hace posible que vivas. Y vos estás con tu balsa y remo, y los brazos de unos compañeros que buscan algo similar a lo que buscás vos al enfrentar el río. Y el río puede con toda la balsa, o se ha demostrado suficiente valor y pericia para vencerlo temporalmente. Si pasamos, solo queda sonreír y levantar el remo en celebración.
Probablemente vuelve la calma, y el río te pasea lentamente por su cañón. Y es en este momento, cuando ves las formaciones rocosas, las montañas, los animales ribereños y el cielo sobre tu cabeza, que el rafting te hace enamorar de la naturaleza. Y es cuando no te querés bajar de esa balsa nunca más.
Llevo 2, el San Juan y el Cauca a la altura de la Pintada. Y quiero más. Quiero MUCHO más. Y con el que sea, todos están invitados. ¿Cuándo nos vamos?